Concluyó la última de una serie de consultas que marcaron el décimo aniversario de la Confesión de Accra con el compromiso de volver a un marco espriritual que desafíe la cultura del consumismo y el individualismo.
La confesión de Accra, una declaración de sentido profético hacia la justicia económica y del medio ambiente, fue concebida en el año 2004 por la entonces llamada Alianza Reformada Mundial (ARM, por sus siglas en inglés “WARC”). Entretanto la ARM se ha convertido en parte de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR).
En esta consulta, los miembros del grupo latinoamericano de la CMIR, también conocido como AIPRAL por sus siglas en español, elaboraron un borrador llamado “La Declaración de Barranquilla”, que entre otros apartes llama a (cita):
La Declaración de Barranquilla respondió a una pregunta formulada por Helis Barraza Díaz, vicepresidente de la CMIR y rector de la Universidad Reformada de Barranquilla, Colombia, sede anfitriona de las consultas, en el sentido de que si la Confesión de Accra empodera a la CMIR y a otras corporaciones religiosas: “¿Qué vamos a hacer con la Confesión?”
Chris Ferguson, secretario general entrante de la CMIR, comentó: “Accra nos dice que el mundo de hoy no es como Dios quiso que fuera”.
María Ramírez, representante de la Iglesia Presbiteriana de Venezuela y directora de los ministerios para mujeres de AIPRAL, opinó que aún hoy la Confesión de Accra es “la respuesta de Dios a los excesos de la globalización económica. La pregunta es si el Norte rico está dispuesto a adoptar la Confesión de Accra –un documento primordialmente del Sur- como suyo”.
Desafió a que la gente acoja una “teología de lo suficiente” en lugar de la práctica actual de acumulación de bienes materiales que conlleva a crear escasez en otras partes del mundo.
Dan González Ortega, miembro de la Comunidad Teológica de México, comentó que la Confesión de Accra no debe ser vista como un documento doctrinario como otras confesiones que se convierten en algo necesario de defender o aprender de memoria sino como un documento dinámico, para nuestras plegarias, la educación y sobre todo para la práctica.
Los delegados de la consulta aprovecharon la oportunidad para observar de primera mano el impacto que el actual sistema económico global está teniendo sobre la gente. Visitaron la comunidad de El Tamarindo que se compone de personas desplazadas huyendo de los combates entre las fuerzas armadas y la guerrilla de varias partes de Colombia.
Este grupo de campesinos se había asentado en terrenos baldíos en las afueras de Barranquilla que nadie reclamaba y en donde cultivaron la tierra por diez años.
Al convertirse el área en zona libre a consecuencia de la firma del Tratado de Libre Comercio suscrito entre Colombia y los EEUU, la policía y las fuerzas armadas desalojaron a las familias mediante el uso de fuerza, demolieron sus hogares con aplanadoras, destruyeron los cultivos y en algunos casos hasta llegaron a matar a sus animales.
Las autoridades estiman que existen más de cinco millones de desplazados en Colombia. Los participantes de la consulta de AIPRAL reiteraron que este desplazamiento de familias es el resultado directo de la globalización económica y de otras injusticias resaltadas en la Confesión de Accra.
La Declaración de Barranquilla la cual será presentada ante la consulta global en otoño de los presentes nos recuerda que “Accra desenmascara explícitamente el ideal de “ser humano” desde el sistema capitalista excluyente, caracterizado por la explotación y el egoísmo, donde la humanidad representa un objeto o medio para rescatar la imagen bíblica del ser humano a imagen de Dios, sujeto único.”
Las consultas han sido organizadas por la oficina del programa de Justicia y Coparticipación de la CMIR en colaboración con los consejos regionales. Para mayor información, favor de contactar a Dora Arce Valentín: dav@wcrc.eu.
(con información de Antonio (Tony) Aja)