Posted on abril 23, 2019 by Phil Tanis
“Cuando los fundamentos son destruidos,
¿qué le queda al justo?” — Salmo 11:3 (NVI)
Este Salmo, desde su mismo inicio, le habla de manera dramática a nuestro contexto, ya que todo se está desmoronando para el salmista. Hay peligro y desintegración social y guerras y violencia por todos lados. Los amigos y simpatizantes del salmista dicen: “Es tiempo de salir de aquí, de huir a las montañas porque el peligro es demasiado grande”. En cambio, la respuesta del salmista es: cuando se destruyen los fundamentos, cuando quedan en ruinas, cuando se viene abajo todo lo que contamos, ¿qué deben hacer las personas justas? ¿Cuál es la respuesta de quienes buscan seguir el camino de Dios en una situación donde todas las premisas se han desintegrado?
En nuestro contexto, vemos la culminación de aquella que venimos señalando durante mucho, mucho tiempo. Muchas de las piedras fundamentales de nuestra civilización están hoy en juego: el modo en que se comercia, la forma en que se maneja la economía, la manera en que las naciones negocian con otras naciones, las premisas de los valores y el respeto por los derechos humanos, incluso el modo de llevar adelante la guerra, donde debieran existir límites a las agresiones y a la violencia. Las reglas del juego se arrojan por la ventana, quienes hacen alarde de la violencia son recompensados y quienes tratan de mantener una semblanza del viejo orden, de hecho, se convierten en sus víctimas.
Hoy vemos cada vez con mayor dramatismo las cuestiones relativas al cambio climático, las relaciones entre las naciones, la inequidad creciente, la propagación de la violencia: los mismos fundamentos están siendo destruidos. No solo están sucediendo cosas difíciles, sino que nos están sucediendo a nosotros y nosotras de un modo que señala que las viejas reglas ya no funcionan. Parte de la respuesta del salmista indica, por supuesto, que no podemos huir de tal situación. No podemos simplemente buscar nuestra propia salvación en medio de una situación así. Las personas justas son llamadas a estar presentes.
Somos llamados y llamadas a meternos en la situación que se está desarrollando, ya sea nuestra propia situación actual de serias tensiones geopolíticas, de pobreza, de cambio climático, un factor que destruye a las personas y que amenaza también a la Tierra. No debemos huir, como el arquero que tensa su arco, en palabras del salmista, sino hacernos presentes. Las personas justas se hacen presentes en medio de la confusión y de la destrucción. No solo intentando reconstruir lo que se haya perdido, sino tratando de responder directa y velozmente al llamado.
Ahora, en términos bíblicos, somos desafiados y desafiadas por el pasaje de la Pascua. De hecho, podemos tomar de manera completa el Evangelio de Marcos como una historia que es en sí misma un largo camino hasta la historia de la pasión. Y muchas personas han señalada frecuentemente que el contexto del Evangelio de Marcos es la guerra, la destrucción, un contexto donde los cimientos tambalean y las reglas ya no parecen mantenerse, un contexto de temor y desconfianza. Al mismo tiempo, a lo largo de todo el Evangelio, una de las frases más utilizadas es “de inmediato”, sobre todo en relación a las acciones de Jesús. “Inmediatamente”, no sólo en el sentido de forma oportuna sino “directamente”, sin dejar que nada lo distraiga de la meta; cuando algo sucede: se lo aborda de inmediato, ya sea a través de la sanación, por medio de la denuncia profética, a través de acciones, por medio del movimiento.
En este tiempo de Pascua, en medio de todo lo que nos deja perplejos, recibimos el llamado a actuar de inmediato, de manera directa. Las personas justas se encuentran llamadas al momento de la resurrección, a responder a lo que está sucediendo. En el relato de la resurrección en el evangelio de Marcos, los encuentros con los mensajeros y más tarde con el Cristo resucitado son siempre directos: “ve y cuéntales a los discípulos”. “Ve a Galilea donde Jesús ya te está esperando”. “Ve a la tumba”. Ve y enfrenta el dolor, la pérdida y la destrucción. La esperanza está en el hecho de hacernos presentes de inmediato ante aquello que desafía la idea misma de que existen bases sólidas y firmes. Las personas justas siguen al Dios que actúa para llevar a cabo la justicia y la reconciliación mientras colapsan los fundamentos.
Vemos a nuestras iglesias miembros en Alepo, Siria, actuando y haciéndose presentes en un lugar de destrucción, donde literalmente los cimientos han sido bombardeados hasta las ruinas. Vemos en Colombia iglesias que han estado enfrentando un proceso de paz que ahora se está desintegrando, negándose a ver los cimientos que se desmoronan como la última palabra. Por el contrario, continúan testificando, siguiendo al Dios de la vida hacia la paz, dando seguimiento al propio ministerio de reconciliación de Jesús. Vemos como, en los momentos más difíciles que enfrentamos en relación al cambio climático, niños y niñas en edad escolar se están levantando y, aunque se están abandonando los fundamentos de la justicia ecológica, no aceptarán un no por respuesta. Ellos, ellas, se hacen presentes.
A pesar de los fundamentos que se desmoronan, vemos a los miembros de la iglesia de Cristo levantándose, oyendo el llamado de la resurrección y aportando esperanza. Cuando los fundamentos son destruidos, las personas justas siguen al Dios de la vida para defender la vida bajo el poder del Espíritu Santo.
Chris Ferguson
Secretario General de la CMIR
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