Posted on agosto 10, 2021 by Phil Tanis
El tercer “círculo” de discernimiento del proceso “COVID y más allá” de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR), concluyó el pasado miércoles 4 de agosto con un encuentro virtual.
“Estamos reuniendo todo lo que hemos escuchado en los últimos dos meses, compartiéndolo con este grupo, e intentando discernir hacia adelante, particularmente en términos de lo que nosotros y nosotras, como Comunión y como iglesias miembros, podemos hacer de manera conjunta”, expresó Philip Vinod Peacock, secretario ejecutivo de justicia y testimonio de la CMIR.
Bajo la temática del “dar testimonio” y durante el tiempo de Pentecostés, este círculo incluyó presentaciones de y sobre la NAFEI (Nueva Arquitectura Financiera y Económica Internacional), la sexualidad humana, la juventud, y las siguientes regiones: AIPRAL (América Latina), CANAAC (Caribe y América del Norte) y NEAAC (Noreste de Asia).
Partiendo del relato de Pentecostés en el Libro de los Hechos, Allan Boesak estableció un paralelismo entre el Imperio Romano de aquella época y el mundo actual, pidiendo a la Comunión que se deje inspirar por el Espíritu Santo.
“Puede que la iglesia no sea ‘experta’, pero sabemos que, sin el amor de Dios, que invita a la solidaridad, a la justicia compasiva y al respeto por los derechos y por la humanidad de las demás personas, nuestro mundo perecerá. Sabemos que, sin la política radical de Jesús, nuestra política no es más que una casuística calculada que lleva al mundo de desastre en desastre”, opinó Boesak.
“La enfermedad, el poder político, la paz, los derechos humanos y el cambio climático, así como la inestabilidad económica, son las principales fuerzas que impulsan el desarrollo de la región”, dijo Yueh-Wen Lu, ex vicepresidente de la CMIR por Asia y miembro de la Iglesia Presbiteriana de Taiwán. “Lamentamos a las muertes por causa del COVID-19, y lloramos a quienes fallecieron por causa de los desastres naturales provocados por las dramáticas contingencias climáticas. Honramos a quienes recibieron una condena a la cárcel simplemente por querer defender la libertad de expresión y la política democrática que tenían. Recordamos a quienes luchan por su subsistencia cotidiana por causa de la recesión económica.”
“Se ha hecho tanto daño, se ha generado una ‘terrible y enorme angustia’ en el nombre de Jesús a los pueblos y al hermoso mundo de América del Norte y del Caribe, que nos cuesta pensar que se pueda ver algún tipo de respuesta digna de confianza por parte de las iglesias”, dijo Angela Martins, coordinadora del Comité Directivo de CANAAC.
En América del Norte, los temas críticos que se presentaron fueron el racismo sistémico y los abusos históricos y continuos sobre los pueblos indígenas, en tanto que en el Caribe la justicia ambiental y el cuidado de la creación se plantearon como temas urgentes a abordar.
“El COVID-19 está probando si tenemos la disposición a hacer sacrificios al elegir cómo vivimos para que otras personas también puedan vivir”, manifestó Norbert Stephens, de la Iglesia Unida de Jamaica e Islas Caimán.
Darío Barolín, secretario ejecutivo de AIPRAL, enumeró siete áreas críticas donde se necesita la presencia de una iglesia vital: injerencia internacional, pauperización y concentración de riqueza, crisis climática, migración, violencia desde el estado, violencia de género y continuas catástrofes, que lamentablemente son eventos que ocurren todos los días y en toda la región, tanto en el medio ambiente como en lo político.
“Nuestro llamado urgente es no sentir que hemos perdido y que somos las víctimas, sino articular una nueva realidad ecuménica regional para afirmar el seguimiento del amor de Jesucristo”, dijo Barolín.
Un resumen de la Red de Jóvenes de la CMIR estableció que “la juventud se ha visto afectada por la pandemia, en el sentido de que ha aprendido a vivir y a crecer en medio de esta crisis. Muchas personas jóvenes también han aprendido a vivir con la pérdida durante esta pandemia: la pérdida de seres queridos, la pérdida del afecto, la pérdida del sentido del tacto y la pérdida de estabilidad, tanto en el aspecto económico como en el ámbito emocional”.
“El “ser reformado/a” implica vivir de manera inquieta”, es lo que resonó con fuerza entre la juventud. Pero se expresó tristeza porque la iglesia, atrapada en sus tradiciones y en sus prácticas, se mostró reacia a cambiar en un marco de contexto cambiante; que la iglesia era buena en el ejercicio de la caridad, pero no era capaz de abordar los temas referidos a una transformación estructural y sistémica. Esto se sintió particularmente en el contexto del cambio climático y de la crisis ecológica.
“Necesitamos reclamarle inclusividad a la religión y no permitir el uso de la violencia contra nadie. ¿Es posible reconciliar el abismo de diversidad de género en nuestra Comunión?” preguntó Beth Symes, en referencia a la sexualidad humana.
Asir Ebenezer, secretario general del Consejo Nacional de Iglesias de la India, sugirió que la Comunión y sus miembros podrían seguir la guía de las “cuatro A” al hablar de la sexualidad humana: abrir los oídos, aprender, actuar con amor y apoyarse en la gracia de Dios como guía, sin apresurar la condenar.
“Tal vez, como en ninguna otra crisis anterior, la pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto la fragilidad de la vida humana, el valor de la salud y la esencialidad del cuidado”, expresó Athena Peralta, ejecutiva del programa del Consejo Mundial de Iglesias para la economía de la vida. “Esta crisis nos ofrece una increíble oportunidad para una profunda reflexión y transformación.”
“La NAFEI, sobre todo, hace un llamamiento a nuevos sistemas de gobernanza mundial y a políticas basadas en la justicia, el cuidado y la sostenibilidad, y a la creación de un entorno en el que tales iniciativas puedan arraigarse y florecer”, dijo Peralta.
Boesak desafió a la Comunión a “formularse la pregunta de Pentecostés: ‘¿Qué debemos hacer? Esta es la respuesta. Permanecer allí donde Dios está; luchar por la justicia, luchar por las personas pobres, excluidas, indefensas. Dejar que ese espíritu rebelde y audaz se desate sobre el mundo. Este Jesús que ha sido arrebatado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto subir al cielo” (Hechos 1:11). El mismo lugar del cual proviene ese viento violento; el mismo lugar de donde nació la bravura; el mismo lugar de donde se ha desatado la audacia, no para posarse en la cabeza de una sola persona, sino de todas las personas; para arder en sus corazones y en su lengua para que puedan incendiar al mundo por la justicia del reino de Dios que viene. Así que, en los labios de los ángeles, todas las muchas, muchas, palabras pronunciadas en aquel gran día, vienen a significar sólo siete: ‘Confía en el Espíritu: ¡Sé rebelde, audaz!’”.
Pueden encontrar más información sobre el proceso de discernimiento “COVID y más allá ” en wcrc.ch/es/requiere.
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